El sector bancario debe adaptarse en su totalidad al escenario digital y móvil
Por qué la banca, como la conocemos, está condenada a morir
Estamos ante una industria que no ha sabido mantener el ritmo a los cambios en los hábitos de consumo de los usuarios, especialmente de los más jóvenes.

Esta imagen del banco digital alemán Number26 refleja a la perfección la evolución en la forma en que los consumidores interactúan con su dinero… y su banco.
07/03/2016.- Hace un par de años decidí cambiar de entidad bancaria. Un procedimiento que, dada mi juventud y lo simple de las condiciones de mi cuenta no debía suponerme muchos problemas. Mi intención era cambiar del banco más grande de España y uno de los referentes a nivel mundial (se dice el pecado, pero no el pecador) a otro más joven y con un color corporativo sospechosamente parecido al de uno de los dos partidos políticos emergentes (incluso tiene un león como mascota, como en el Congreso de los Diputados).
La razón no era otra que evitar las comisiones y, de paso, disfrutar de una fórmula que por aquel entonces estaba dando sus primeros pasos en España: la banca digital.
Pero cuán equivocado estaba al esperar que cambiar de banco sería algo sencillo. La responsable de atenderme en la sucursal del que pronto sería mi ‘ex’ financiero fue rotunda: «si su cuenta se abrió en otra oficina, debe ir a dicha sucursal a cerrarla en persona». ¿Perdón? ¿Quiere decir que en la era de Internet y del ‘aquí y ahora’ debo recorrer X kilómetros para hacer un trámite tan básico?
Mi cara debía de ser un poema, porque por arte de magia y tras «consultarlo con su superior», procedió a enviar un burofax (sí, esas máquinas de una tonelada de peso se siguen usando) para poder cerrar mi cuenta.
Desde entonces soy un feliz usuario de banca digital y, además, móvil. Y por si alguien en la industria financiera todavía no se ha dado cuenta, eso es lo que quieren los millenials. Mejor ir preparándose.
Nada de medias tintas: bancos 100% digitales
Aunque les ha costado, en los últimos meses hemos asistido a un cambio radical en la estrategia de los grandes bancos en España. Gigantes como Santander o BBVA han claudicado ante la evidencia: hay que adaptarse al escenario móvil digital para responder a las demandas de las nuevas generaciones.
Es por ello que marcas como OpenBank, ImaginBank o Number26 están siendo, poco a poco, cada vez más aceptadas en España. Un paso más en lo que ofrecen enseñas más longevas como ING o EVO, y la mejor prueba de que la banca tradicional está condenada a morir.

Cada vez menos personas acuden a una oficina bancaria física para realizar sus gestiones. Y es normal. La última vez que tuve que ir a una a realizar un pago a una compañía telefónica salí igual que entré, ya que «estas operaciones solo las hacemos los martes y jueves hasta las 10:30 de la mañana». Por supuesto, ¿cómo no pensé en ello?
Este tipo de molestias burocráticas no tienen cabida en la sociedad móvil en la que vivimos. Todo, o casi todo, debe de poder realizarse a un solo golpe de click o de toque en la pantalla táctil del smartphone. El aquí y el ahora; y al momento.
Banca móvil: El futuro tiene forma de smartphone
La proliferación de aplicaciones bancarias y de pagos entre particulares (Twyp, Fintonic, etc.) demuestran que esa reticencia inicial a incluir los datos bancarios en estos dispositivos está llegando a su fin.
Un miedo natural en un inicio, pero que al poco se antoja irracional, ya que las medidas de seguridad que incorporan estos servicios financieros 2.0 son mayores que las de las propias tarjetas de crédito físicas. Unos trozos de plástico que, por otra parte, son los próximos en la lista de ‘objetos del día a día condenados a ser fagocitados por los dispositivos móviles‘.
Las ventajas que ofrecen los servicios bancarios móviles son variadas. Para empezar, porque al reducirse los costes de operación y de mantenimiento de las entidades, estas se pueden permitir eliminar las comisiones asociadas a los trámites más comunes.

Las plataformas digitales de algunos bancos se han adaptado a las demandas de los usuarios, que buscan un mayor y mejor control de sus finanzas.
Por otro, porque tiempos de espera como la semana que tardamos en disponer de tarjeta de crédito o débito ya no tienen sentido. Abrir una cuenta y poder comenzar a disfrutar de todas sus funcionalidades al momento debería ser la norma.
Asimismo, los bancos han mejorado considerablemente sus plataformas digitales, de cara a ofrecer a sus clientes una interfaz más limpia y clara que facilite un mayor control de sus finanzas y fomenten el ahorro.
Y cómo no, la comodidad que este tipo de servicios llevan implícitos: puedo gestionar todos mis productos bancarios desde el sofá de casa, simplemente con el smartphone. Un ahorro de tiempo, que en la actualidad es una moneda de cambio de un tremendo valor intangible.
Guste o no, la industria bancaria se mueve hacia un futuro 100% móvil. Un futuro en el que, eso sí, esperemos que los terminales cuenten con mejores baterías para poder soportar el gran volumen de operaciones que realicemos con ellos.
Porque serán el pilar fundamental del día a día.
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