
La fibra óptica monopoliza las ofertas de Internet para el hogar. Pero no hace mucho tiempo, antes del despliegue masivo de las redes FTTH, España estaba rendida al ADSL. Una tecnología que bebe de las miles de centrales de cobre repartidas a lo largo y ancho del país y que, en la actualidad, se encuentran en pleno proceso de extinción.

Así lo confirma la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, que acaba de certificar la clausura de otras 143 centrales en 2018, una cifra superior a las que se han ido cerrando hasta ahora.
Y la aceleración de su extinción no ha tocado techo, ni mucho menos. Competencia estima que para 2023 este mismo dato ronde las 600 centrales anuales.
De esta forma, la extinción de las centrales de cobre continúa su marcha, en un proceso secundado por el propio órgano regulador.
Sin ir más lejos, la CNMC se encarga de supervisar el proceso de cierre de la red de pares de cobre de Telefónica en aquellas zonas que ya están cubiertas por la nueva red de fibra óptica.
El interés de que concluya este proceso cuanto antes es alto por parte de Movistar, ya que de este modo la compañía no necesita asumir el mantenimiento de las dos infraestructuras en aquellos áreas que ya cuentan con acceso a la tecnología FTTH.
Además, según indican desde Competencia, «Telefónica no necesita ninguna autorización expresa ni prerrequisitos para iniciar el proceso de cierre de una central si se ajusta al procedimiento previsto, que incluye un periodo de garantía para los operadores alternativos».

La fibra óptica gana peso en detrimento del cobre

Por el momento, el cierre de centrales de cobre está siendo escalonado y solo atañe a centrales pequeñas, con pocos pares de cobre, y en los que no hay operadores «coubicados», es decir, con equipos propios instalados en esas centrales.
No obstante, cabe aclarar que el cierre de una central se refiere específicamente «al cese del uso de los accesos de cobre de esa central».
Esto significa que ni Telefónica ni otros operadores pueden hacer uso de esa tecnología. Sin embargo, aunque se deja de usar el cobre, la central puede seguir en activo para el despliegue de fibra óptica o para ubicar antenas de telefonía móvil, por ejemplo.
De hecho, esta última cuestión puede ser de gran interés para los operadores gracias a la prórroga para que se retrase el apagón del 3G. Entre los motivos de esta demora se encuentra el todavía insuficiente despliegue de las redes 4G.
En cualquier caso, el gran despliegue de la fibra óptica ha terminado condenado al ostracismo al ADSL. Según datos de la CNMC, en España hay más de 8.000 centrales de cobre, pero su número continúa menguando año tras año.
Vía: CNMC
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