De este modo, BenQ fabricaría terminales por encargo de otros clientes, en concreto grandes empresas de telefonía móvil que después podrían vender los teléfonos con su propia marca. Lo que pretende la compañía con esta medida es conseguir socios e inversores.
BenQ se mostró dispuesto así a prescindir en un futuro de su nombre. Esta solución fue anunciada durante la celebración de un gabinete de crisis en Múnich para decidir sobre el futuro de los 3.000 trabajadores del consorcio de telefonía móvil en Alemania.
En una semana se hará pública la cifra definitiva de empleados de BenQ que se verán afectados por la insolvencia del consorcio, anunciada hace dos semanas. En Alemania se especula que ésta será más alta de lo estimado hasta el momento. «Se reducirán más de 1.000 puestos de trabajo», aseguró en Múnich una portavoz del grupo taiwanés.
En el gabinete de crisis que tuvo lugar en Múnich participaron tanto los representantes de Siemens (la anterior matriz de BenQ), del sindicato del sector, IG Metall, de la Agencia Federal de Trabajo, como del Gobierno de los estados federados afectados de Renania del Norte Westfalia (Oeste del país) y Baviera (en el Sur).