El lanzamiento de simyo en nuestro país vino acompañado de una intensa campaña publicitaria en prácticamente todos los soportes.
De un día para otro, todos conocimos esta nueva operadora que ofrecía novedades sorprendentes: las tarifas más económicas: 10,4 céntimos por minuto y mensaje (impuestos indirectos incluidos -en aquel momento el IVA era del 16%-) tanto para prepago y contrato y ausencia de consumo mínimo. Todos los móviles que ofrecía en su web eran libres y sin contrato de permanencia.
La llegada de simyo al mercado con unas condiciones tan diferentes a los demás solo podía compararse al lanzamiento de Amena casi 10 años antes. Una compañía que prometía una nueva manera de hacer las cosas.
Además, también nos sorprendió su área personal de la página web. Hasta entonces, gestionar nuestras líneas con otras compañías era casi una pesadilla. Las funciones se encontraban ocultas, restringidas o apenas funcionaban. Los operadores más recientes ni siquiera tenían este servicio.
La página de simyo, obra de la agencia especializada The Cocktail, nos descubrió una nueva manera de entender este servicio.
Todo estaba a la vista y era intuitivo. Con unos gráficos interactivos podíamos ver a quién llamábamos más, cuánto habíamos gastado cada día… y la más clara demostración de la falta de ataduras: un botón para darse de baja con un click.
3 años después, aún ninguna compañía ha conseguido superar esta facilidad de uso y comodidad.
Sin embargo, no todo fue bueno. El éxito del lanzamiento pilló de improviso a su plataforma logística, que durante las primeras semanas no daba abasto a atender las peticiones. Portabilidades fallidas, usuarios sin línea, teléfonos perdidos…
Los foros especializados se llenaron de quejas sobre la recién nacida. La propia compañía tuvo que reconocer estos problemas, que fueron solucionándose poco a poco.