Desde su nacimiento, Yoigo siempre ha necesitado de las redes de otra gran compañía para poder llevar a cabo su actividad en algunas zonas.
En un principio fue Vodafone, pero desde julio de 2007, Telefónica entró en escena y empezó a intimar con Yoigo; momento en el que acordaron compartir sus infraestructuras para favorecer el despliegue de su propia red 3G.
Así, desde junio de 2008, el operador participado mayoritariamente por TeliaSonera comenzó a usar la red de Movistar para ofrecer sus propios servicios de voz y datos. El gran afectado fue Vodafone. El operador de origen británico dejó de ingresar 300 millones de euros por el acuerdo Yoigo-Movistar.

La compra de Yoigo por parte del grupo Masmóvil planteó varias incógnitas sobre el proveedor de la cobertura paraguas de este operador.
Sin embargo, a mediados de 2016 llegó el grupo Masmóvil y desembolsó 612 millones de euros para adquirir la marca de TeliaSonera. Se abrieron entonces un mar de incógnitas, aunque las respuestas no tardaron en llegar, sobre todo en lo que se refería a cuál sería el proveedor de red a partir de entonces.
En aquel momento, Eduardo Taulet, que era el consejero delegado de la compañía, prefería volver a las manos de Vodafone, aunque finalmente se impuso el criterio de Meinrad Spenger, principal directivo de Masmóvil.
De este modo, a principios de 2017, los 3,3 millones de clientes de Yoigo comenzaron a disponer de la cobertura de Orange. Eso sí, en el camino el operador amarillo se vio obligado a hacer las paces con Telefónica a golpe de talonario con el fin de «reducir el riesgo operativo en la migración de la red de Movistar a la de Orange, al realizarse de una forma ordenada y coordinada entre ambas partes».