El departamento de seguridad de la multinacional abrió una investigación interna
La Policía detiene a cinco empleados de Amazon que sustraían iPhones del almacén
Los agentes de la comisaría de Coslada calculan que el material que se llegaron estos trabajadores ronda los 500.000 euros.

Los fraudes a Amazon que se producen desde el interior de la propia empresa dan para escribir un libro. Algunos de sus empleados conocen cómo engañar a esta tienda online. Aunque en este caso la historia no siempre tiene un final feliz para los delincuentes.
El enemigo en casa. No es solo el título de una novela de Flavia Albia que está a la venta en Amazon, sino la realidad del gigante estadounidense del comercio electrónico.
Amazon ha denunciado ante la Policía Nacional a parte de la plantilla de su centro logístico de San Fernando de Henares, en Madrid, por la sustracción reiterada de smartphones de gama alta (Apple iPhone).
Todo arrancó a raíz de una investigación interna por parte del departamento de seguridad de Amazon tras detectar la desaparición de este tipo de equipos en su almacén. Colocaron varias cámaras ocultas en diversos puntos de sus instalaciones y confirmaron sus sospechas.
Movilonia.com ha contactado con Amazon para conocer más detalles, pero la compañía ha declinado hacer declaraciones sobre este asunto.
Sin embargo, una portavoz de la Policía Nacional, confirma los hechos a este portal y aporta algunos detalles sobre la investigación, en la que hay, al menos, cinco implicados.
En el momento de la detención llevaban una decena de teléfonos
Los hechos se remontan a finales de octubre, aunque los detalles no se han conocido hasta ahora.
El 28 de octubre la Policía de Coslada detuvo a tres trabajadores de Amazon del turno de tarde cuando salieron de trabajar a media noche.
Al día siguiente, tras acabar su jornada matinal, arrestaron a una cuarta persona. Y el quinto implicado se entregó voluntariamente en la comisaría de esta localidad madrileña, donde confesó los hechos.
Los agentes señalan que durante las detenciones los acusados llevaban diez teléfonos de más de 1.600 euros cada uno.

En el momento de su detención, los acusados llevaban encima nada menos que diez Apple iPhone 12 Pro Max con 512GB de memoria, cuyo valor de mercado es de 1.609 euros por unidad.
Los investigadores estiman que hasta ese momento los implicados habían conseguido sacar ilícitamente del almacén de Amazon mercancía valorada en unos 500.000 euros.
Además, con el fin de obstruir la investigación y seguimiento de los smartphones que sustraían, arrancaban las etiquetas adhesivas que muestran el código IMEI de cada equipo.
Esta numeración, formada por una combinación única de 15 dígitos, permite que Apple pueda rastrear y bloquear remotamente cualquier iPhone.
Los detenidos fueron puestos a disposición judicial y la investigación continúa abierta, por lo que se podrían producir más detenciones y, por ejemplo, de peristas (personas que compran y venden objetos robados).
También se está intentando rastrear el destino de todos estos iPhones hurtados.
En 2019 detuvieron a otro empleado de Amazon que daba el cambiazo
No es la primera vez que Amazon tiene que denunciar a sus propios trabajadores. Para eso cuenta con su propio departamento de seguridad, que también investigó en 2019 que la mercancía que salía de la zona de distribución no pesaba lo mismo que cuando entraba.
Un empleado, que también fue detenido, cambiaba el interior de las cajas por smartphones y smartwatches, que tenían un valor muy superior al del género que debía contener.
Está claro que conocer los detalles y la operativa interna de Amazon facilitan mucho este tipo de fraudes.

Hecha la ley, hecha la trampa. En ocasiones los delincuentes sustituyen el contenido de los productos por material que tiene el mismo peso. El problema sale a la luz cuando el cliente final abre la caja y encuentra un trozo de caucho negro, en la imagen, en lugar de un ordenador portátil.
Otra forma de engañar a la empresa también consiste en sustituir la mercancía por material (goma, arena, etc) que tenga un peso idéntico y volver a precintar cuidadosamente el embalaje.
De este modo, las básculas que controlan los bultos no detectan el cambio y a simple vista la caja no aparenta haber sido manipulada.
Aunque en este caso los clientes se ven perjudicados en el fraude, ya que no reciben el pedido que esperan, sino la versión más actualizada del tocomocho.
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