Aún hay esperanza para este dispositivo
Por qué el tablet no ha matado (aún) al libro electrónico
Porque aún tiene mercado. Aunque va menguando.

En 2010 se popularizaron los tablets gracias al iPad de Apple, pero los ereaders continúan vendiéndose.
Cuando Apple introdujo el iPad hace ya seis años (sí, el tiempo vuela amigos) mucha gente pensó que este nuevo invento, una especie de móvil gigantesco, sería el inicio del fin del ereader, o lector de libros electrónicos (ebooks).
Años después no es que el ereader siga vivo, sino que estamos viendo más modelos en el mercado y a precios más competitivos, signo inequívoco de que las ventas funcionan.
De hecho, algunas encuestas estiman que el número de lectores de tinta electrónica sólo en Estados Unidos aumentará hasta un 3,5% este año. Esto supone que habrá 86,3 millones de norteamericanos leyendo libros en formato digital en un dispositivo diseñado solo para eso.
Según las estimaciones de eMarketer, el mercado seguirá en aumento (con crecimientos muy tímidos de una media de un 2% interanual) hasta alcanzar los 93,7 millones de lectores de tinta electrónica en 2020 o el 28% de la población norteamericana. Pero el mercado de Estados Unidos parece ser una excepción.
Los datos estadounidenses contrastan bastante con las cifras a nivel mundial que publica Statista. Según esta firma de análisis, los ereaders que se vendieron en 2015 (un total de 20,2 millones de unidades) se acercan peligrosamente a los que se vendían en 2010 (10,4 millones de unidades).
Y esto es un dato muy malo, porque hay que decir que en 2011 se vendieron 37,9 millones de unidades, y que fue en 2012 cuando se llegó al techo en la industria, con unas ventas estimadas de 40 millones de unidades.
Los expertos dicen que el mercado está agotado, que quien tiene un libro electrónico hoy lo compró hace unos años y que a diferencia de lo que ocurre con otros dispositivos (como tablets o smartphones), no existe una necesidad imperiosa de renovar el dispositivo.

Hubo quien bautizó el libro electrónico como el nuevo iPod.
IDC estimó hace dos años que el mercado iba a seguir bajando. Este artículo de Mashable se refirió a los ereaders como «los próximos iPods», o sea, con esto ya está dicho todo.
Dos filones: los mayores y los mercados emergentes
Pero tampoco va a ser una muerte repentina. Aunque parece que todas las estimaciones coinciden en que es un mercado minoritario que no podrá competir contra el gran mercado tablet, los ereaders tienen un nicho de mercado por explotar: el de los perfiles comprendidos entre 40-60 y más años, que ven en el dispositivo numerosas ventajas; y los mercados emergentes.

Los mayores de los próximos años serán quienes mantengan el mercado del ereader activo.
Algunos artículos, como este del Telegraph, publicado hace un par de años, en pleno boom del libro electrónico, hicieron la misma reflexión: las personas mayores prefieren leer un libro electrónico a uno de papel por diversas razones.
Por un lado les ayuda a leer más rápido y con menos esfuerzo que en papel, ya que las pantallas de los e-readers son más saludables para largas lecturas y ayudan a concentrarse en la lectura porque no disponen de la versatilidad de un tablet.
Un importante porcentaje valora las características del e-reader pero parece que aún se decanta por el papel. Esto, amigos, cambiará en la medida que las nuevas generaciones, los denominados nativos digitales, vayan alcanzando esos rangos de edad.
Además, comprar libros electrónicos es más asequible que comprarlos en papel. Para un lector compulsivo, además, siempre quedará la opción de comprar en papel un libro que ha leído previamente en digital (por esto del fetichismo literario y las bibliotecas personales).
Y no olvidemos los países emergentes, que en términos de consumo de electrónica están por detrás de los países más ricos. En zonas con conectividad limitada y bajos presupuestos, el e-reader puede ser la mejor opción para entregarse a la lectura.
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