[Llamada de atención]: Muchas reflexiones, pocos hechos
La vida es móvil
¿Exageración? ¿Alarmismo gratuito? ¿Un verdadero problema?
![[Llamada de atención]:](https://www.movilonia.com/wp-content/uploads/2015/04/vida-smartphone.jpg)
[Llamada de atención]: El selfie, la última expresión del peso del teléfono móvil en el día a día
Basta con dar un paseo por la calle o sentarse en una terraza a tomar un café para ser testigos de hasta qué punto el teléfono móvil se ha convertido en una extensión de nosotros mismos de la que es muy difícil deshacerse.
Conceptos como nomofobia o phubbing hace tiempo que comenzaron a colarse en el vocabulario, y el término adicción ha sido asociado en múltiples ocasiones con la telefonía móvil.
El último fenómeno viral resultante de esta oleada de crítica social al uso que estamos haciendo actualmente de las nuevas tecnologías en general y de los smartphones en general viene de la mano de un vídeo animado procedente de China bautizado La vida smartphone y que muestra, en clave de humor, los riesgos de abusar del móvil.
Casi tres minutos de vídeos que cumplen con todos los estereotipos posibles y critica hasta comportamientos tan extendidos como el fenómeno selfie, al que hasta los fabricantes han sucumbido recordando en cada presentación del nuevo terminal de turno lo buena que es su cámara frontal para las mencionadas autofotos.
¿Crítica justificada?
La ironía y el humor están siendo, por norma general, las principales herramientas para concienciar a la gente del excesivo peso que tienen estos dispositivos en nuestras vidas, pero, ¿realmente existen motivos para preocuparnos? ¿O simplemente estamos exagerando?
Es evidente que herramientas como WhatsApp han cambiado las reglas del juego de la comunicación humana, pero los medios de comunicación han tendido, en exceso, a asociar smartphones y adicción.
Amparo Lasén, profesora de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid e integrante experta en telefonía móvil del grupo de investigación complutense Sociología Ordinaria, nos explicaba tiempo atrás que hay que ser precavido: «Igual que muchos dependen de sus vehículos y aún muchos más dependemos de nuestros electrodomésticos. Yo no diría que estoy adicta a mi nevera o a mi lavadora, pero está claro que si no funcionan o no puedo usarlas, mi vida se volvería mucho más complicada y mi humor se asemejaría quizás a alguien con síndrome de abstinencia. A veces se usa el término ‘adicción’ para estigmatizar usos considerados excesivos de ciertos colectivos (especialmente el de los jóvenes) cuyos usos no están asociados a causas “nobles” como el trabajo (siempre que he viajado en el puente aéreo o en el Ave a las horas de ejecutivos encuentro fascinante los usos del móvil que observo en ellos, que seguro tienen unos tiempos de uso pasmoso, pero rara vez leemos que se les considere adictos)».
Desde que el primer iPhone revolucionara e impulsara de manera definitiva el mercado de los smartphones, hemos asistido a un desfile de diversas campañas (con fines publicitarios, o no), en las que se alertaba de cómo estamos perdiendo el contacto humano; de cómo nos estamos más preocupados en ver la realidad a través de una pequeña pantalla en lugar de disfrutar del momento. Desde Los Simpsons, hasta el artista callejero Banksy, pasando por la revista The New Yorker, el fenómeno dela sociedad movilizada no ha escapado a nadie.
Pero, ¿de quién es realmente la culpa? ¿De la herramienta o del que la utiliza?
Del mismo modo que depende de cada uno creerse o no estas afirmaciones, es una responsabilidad personal por freno a estas conductas. Porque de buenas intenciones están llenas las redes sociales.