Profesores y catedráticos, preocupados por las faltas de ortografía en los jóvenes
Menos smartphones, más libros
El auge de las nuevas tecnologías y las redes sociales no ayuda.

El problema surge cuando se escribe de la misma forma en WhatsApp que en un examen.
29/10/2014.- Los estudios están para ser refutados. Hace unos meses salieron a la luz las conclusiones de una investigación llevada a cabo por el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) en el que se explicaba que los hábitos de escritura de los jóvenes en redes sociales y plataformas como WhatsApp no influyen en sus conocimientos de ortografía.
Sin embargo, no parece que los profesores y catedráticos lo tengan tan claro, teniendo en cuenta su preocupación por los continuos errores lingüísticos mostrados por los estudiantes españoles. Y no es que culpen a las nuevas tecnologías de este hecho, sino que pretenden convencer del buen uso de las mismas.
“Lo fundamental es que todo hablante sea capaz de cambiar de registro; si alguien está escribiendo un mensaje con el móvil y utiliza ciertos sistemas de abreviación por economía de medios, no es algo reprobable, pues las abreviaciones han existido siempre. El problema surge cuando no se es capaz de cambiar de registro ni de redactar un texto en un examen y se utiliza también ese sistema de abreviación, sin tener en cuenta las reglas ortográficas”, explica el catedrático de Lengua y Literatura de Educación Secundaria en Valladolid, Francisco Gallego a El País.
El problema de la inmediatez
Si hay una característica que hace destacar a las redes sociales y a las aplicaciones de mensajería, ésa es la posibilidad de compartir cualquier cosa al momento. Una inmediatez que también lleva a errores, ya que no se revisan los textos para buscar posibles fallos ortográficos o gramaticales.
“Las redes sociales hacen que escribamos más, todos somos editores en nuestras redes. Pero escribimos de una manera más inmediata, no es un uso lingüístico muy reflexivo. Falta adecuación lingüística, se escribe igual a un profesor que a un amigo, hay falta de diferenciación de géneros discursivos”, aseguran Laura Llanos y Milka Villayandre, del departamento de Filología Hispánica y Clásica de la Universidad de León.
Por su parte, Ignacio Bosque, miembro de la Real Academia Española y catedrático honorario de Lengua Española de la Universidad Complutense de Madrid, lo tiene claro: «Un déficit muy grande en la capacidad de escribir en las universidades, pero esto no es culpa de las nuevas tecnologías, es que se lee muy poco. Únicamente se escriben y se leen textos muy breves por Internet».
Lo mejor, como siempre, es buscar el equilibrio.